Descripción
La desamortización de la tierra fue uno de los principales detonantes de la Guerra de Castas de Yucatán (1847-1901), y después del estallido del conflicto el proyecto agrario continuó vigente.
En este libro se examina cómo los grupos de mayas sublevados, pacíficos y los pacificados, bajo diversas acciones enfrentaron las leyes liberales durante la contienda. En el contexto de las mutuas determinaciones entre la guerra y la política se refleja la disposición del Estado yucateco —e incluso el federal— a dar un giro a su proyecto agrario liberal para reconocer y aceptar la vigencia de algunos factores de la territorialidad indígena, e incluso hasta la conservación de tierras corporativas, todo con la intención de evitar que la disputa alcanzara mayores proporciones. Como resultado, al final del enfrentamiento numerosos pueblos pacíficos ubicados fuera de la zona henequenera aún conservaban sus tierras comunales.
A pesar de la derrota, por medio de un decreto porfirista el territorio de los mayas sublevados de Chan Santa Cruz quedó protegido de los denuncios de baldíos; disposición que también amparó el de los pueblos pacificados establecidos al sur de Campeche. Si bien en el campo militar los indígenas fueron derrotados, en el de la política lograron preservar gran parte de sus bienes corporativos.
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